lunes, 22 de junio de 2009

La Cima

Veo en los ojos de mi hermano
la cuesta de madera y esterilla,
cuando los zapatos no cesan de andar.
Su mano suda,
el agua lo puede arrebatar.

Jamás he visto en agonía
el caudal de su cauce.
En la noche un suspiro
extermina el pabilo de la cera.

Desde la cima
las melodías se desvanecen.
Los trapos coloridos
de abandono se saturan
y los débiles
se alejan de su ruta.

En la mañana sus brazos
Extiende a la ribera,
Inundados los zapatos
están en otro lugar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario